jueves, 4 de junio de 2009


Lujuria jamás había sido una mujer como las demás. Si, había sido estúpida, engreída, orgullosa e irresponsable; había estrellado su primer coche contra la fachada de un edificio al tercer día de habérselo regalado. Incluso había probado drogas, como todas sus amigas, para hacerse la interesante.
Había sido una adolescente como todas, un pino más en un bosque infinito. No había destacado por ser especial, pero lo era. No sólo por su belleza, que competía con la de las más antiguas diosas. También por su corazón, que a pesar de intentar endurecerlo, siempre había sido tierno y cariñoso.


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