viernes, 21 de agosto de 2009

Parte de las decisiones que tomamos en la vida están basadas en como nos sentimos. Sientes que esta decisión está bien o mal y actúas en función de ello. Cuando una persona intenta encauzar o cambiar su vida, toma decisiones, e intenta actuar de acuerdo con ellas.

Existe otro tipo de sentimiento que si uno no se da cuenta, nos confunde y nos altera. Me refiero a los sentimientos de los demás.

Las personas, para bien o para mal estamos conectadas a otra gente, en especial a familiares, pareja y amigos de verdad. Muchas veces sabemos que nos van a llamar, van a venir a vernos o simplemente piensas en ellos y te los encuentras de repente en la calle.

Si esto nos sucede, deberíamos de aceptar también que sus emociones también se transmiten.

¿No te ha pasado nunca que tienes un buen día y de repente sientes una terrible angustia? Esto nos confunde terriblemente, nos hace pensar que algo malo va a pasar y nos angustia. Sin embargo ese sentimiento no es nuestro. Seguramente alguien cercano a nosotros lo está pasando mal emocionalmente. Esto se puede comprobar. Si sucede durante varios días seguidos e investigas un poco, descubrirás que alguien cercano a ti está deprimido por algo que le ha sucedido.

¿Qué hacer cuando esto sucede? Lo primero que hay que hacer es darte cuenta que no es tuyo. Si tú estas bien emocionalmente y no tienes motivos para angustiarte, no es tuyo. Una vez reconocido esto, suelta la angustia por los pies y piensa en mucho amor, paz, tranquilidad y armonía. Cuando sientas que tienes esta positividad y esperanza dentro de ti, envíalo, lo sueltas diciendo que le llegue a la persona que está sufriendo. No sirve de nada tragarse la angustia de los demás. Si eres capaz de transformarla y enviarla como amor, habrás conseguido que parte de las energías negativas del universo se conviertan en positivas. Puedes realizar este ejercicio siempre que te sientas mal, sea tuyo el sentimiento o no.

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