lunes, 26 de octubre de 2009

Le gusta soñar con príncipes encantados y cuentos de hadas.
Creerse princesa, (siendo la reina).

Cierra los ojos, evade realidades.
Se observa frente al espejo, se inquieta. Junto al vago reflejo encandilante del parabrisas,
se mira a sí misma sin máscaras ni caretas. Es frágil, delicada y risueña en voz baja...

Siendo de día... se despierta, se quita las legañas y se mete a la ducha... se viste de luchadora y se maquilla la sonrisa como quién fuese fuerte, fría y sin ilusiones rotas; frente al mundo, repele las ideas de príncipes encantados salvando princesas, le repugna el temor sobre dragones atacando a cualquier ingrata encerrada en una torre, le asquea la simple idea de que algún día las cosas con las que sueña se le sitúen frente a su realidad.

Hay quien la llama de mil formas, otros le dan la razón desde su experiencia... ella sin embargo, se retoca las arrugas... pues no necesita la aprobación de nadie.

Sabe que así es feliz, aunque sigue siendo extraña ante cualquier damisela de la ciudad pues
jamás ha podido -ni quiere- evitar
ser princesa al cerrar los ojos...



::Puedo decirte qué
bastó un cruce de miradas
para que las ansias de un abrazo tuyo
sean totalmente inevitables.

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