viernes, 10 de julio de 2009

mi corazon vomita su verdad:

Un efecto venenoso en el alma es el dolor.
Un inmenso dolor vacío que en ella habita. Una locura dulcemente inexplicable.
Cansada de verse caer. Cansada, de esperar… por que tiempo no curo ninguna de sus heridas. Sólo silencio lo que la mataba por dentro.
Había algo dentro suyo. Un pequeño mounstro que ya no soportaba más, que se le habían agotado todas las fuerzas para seguir. Que estaba viviendo sin vivir.
Algo que a menudo la hacia sentir rota, algo que perduro en el tiempo: sus propias sombras se habían despertado desatando una batalla en su interior.
La angustia, el miedo, la soledad, la culpa, intentaban salir de su cuerpo.
Su corazón ansiaba vomitar su verdad, liberar todos los secretos de colores que allí descansaban.
Todos los silencios adormecidos, volvieron a gritar. Gritaron con la fuerza suficiente para corromper su cuerpo con dolor y sufrimiento.
El miedo entro su vida y no la deja ver.
El miedo entro en su cuerpo y no la deja mover
El miedo sacudió su vida y no la deja escuchar.
¿Quién era ahora? ¿Dónde estaba? ¿Dónde habían quedado todos los sueños que alguna vez soñó? ¿Dónde se fue la persona que era?
Le brotaban miles de preguntas, sin respuestas.
Las mentiras solo la habían llevado a estrellarse contra su verdad: estaba asustada.
Esa era su realidad. En la que siempre había estado, pero siempre prefirió ignorarla.
Hasta que la golpeo con tanta fuerza, que la hizo caer, que le rompió el alma, que le quito todas las fuerzas. Dejándola en el suelo temblando, por que su huracán de emociones ya no quería seguir estando en silencio.
Ahora solo le queda enfrentarse consigo misma, luchar con las sombras que se había despertado. Ya no podía huir y debía seguir cayendo, hasta tocar suelo.
Caer lo más bajo posible e imposible también.
Tocar suelo para volver a ponerse de pie con una nueva energía, tocar suelo para poder "borrar" todas las huellas que el dolor había dejado en su camino.
Hacerlo limpio, libre de todo sentimiento.
Un suelo firme donde aprender a caminar, un suelo firme para volver a comenzar, por que al final toda su locura solo era dolor.

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