miércoles, 29 de abril de 2009

Que tener, saber y sentir tu cuerpo sobre el mío me quite la respiración y el calor contenido en las palmas de tus manos y la fuerza de tu aliento me hagan resurgir entre tus sábanas. Quiero vivir entre tus rulos, acomodarme en tu sonrisa, algún que otro día bajar a vivir entre tus piernas y ver las estrellas con sólo medio orgasmo. Vestir de tus caricias, protegerme del frío en tus abrazos, dejar, como una huella de fuego, mis besos grabados en cada centímetro de tu ser para que en mi ausencia te traspasen la epidermis, contaminen ruidosamente tu sangre y se adueñen del endocardio que aprisiona tu corazón, que además de tuyo es mío, como si mis brazos fueran barrotes de metal brillante delimitando un mundo paralelo exclusivamente nuestro.
Quiero que sea eternamente mío el olor de tu cuerpo, de tu esencia. Y si es posible, también tu piel en toda su extensión. Tus pestañas doradas, la yema de tus dedos, las arrugas de tu frente, los bosques que rodean tu pupila, que su vez, es el espejo donde se refugia y esconde mi mirada.
Que mi recuerdo llegue a estar presente hasta en la puntas imperfectas de las uñas de tus pies y el extremo último de tu nariz; en la espuma que rebalse desde tu taza de café. Que tu corazón lleve tatuado mi nombre, y tu voz y mi voz justas suenen idéntico a la respiración de tu alma cuando duermes lejos de mi cuerpo. Quiero que me ames hasta el más profundo rincón que exista dentro de los huesos, y que mi imagen por las noches se transforme en escalofríos recorriendo constantemente tu espalda, desde arriba hacia abajo.
Ven y di que matarás por mí todas estas sombras que clavan aguijones en mis células y susurran malignamente a mis oídos que esta tarde es la última que será nuestra porque el próximo amanecer tu lado en la cama estará vacío. ¡Quítame el miedo a la palabra abandono! ¡Arráncame el silencio que me pesa sobre el pecho y no me deja quererte sin miedo! Desahógame del olvido, del dolor. Rescátame y llévame lejos de esta oxidada tormenta; quiero contemplarla a tu lado a través de las ventanas de una habitación medio pintada de azul. Hazme el amor sobre un piano; que tus labios, mis gemidos, tu respiración y la lluvia compongan una melodía perfecta para asesinar a la melancolía, la espera; barrer todas tus cenizas grisáceas; reconstruir cada pequeñísima parte de mi corazón, tan ínfimas que pasan por el ojo de una aguja.
Permanece aquí durante el tiempo que duran mil y un inviernos, y regálame flores de todos colores tantas veces como en ese mismo lapso de tiempo regrese la primavera. Quiero ser la única razón por la que brille tu mirada. Quiero ser el viento arrastrando tu sombra, trayéndola cada instante hacia mí.
Necesito decirte con las manos y mil besos tantas cosas que no sé escribir. Prométeme que tus sueños no impedirán que seas mío, desde aquí hasta el día que me toque perderte. Desde ahora sé que voy a llevarte en forma de recuerdo y de abrigo a donde sea que vaya.

No hay comentarios: