Y de nuevo comenzó nuestro otoño tras unos meses hibernando, se nos volvieron a enredar las muñecas; y los dedos. Chocaron nuestros huesos y volví a descubrir el verde de tus ojos mientras te quitaba las legañas. Recuperamos historias, cosquillas y juegos bajo la mesa.
Galopamos despacio y a escondidas. Volvimos a perder el autobús y todo lo demás era lo de menos.
Se te revolvieron las pecas y mis ganas a tu boca iban derechas. Nos estrellamos de nuevo, y ahora eres el culpable de que me sienta extrañamente bien. Volvía de nuevo nuestro otoño, y quien sabe, quizá nuestro invierno.
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