martes, 5 de mayo de 2009

Antes.
‘Antes de…’ ‘Antes, cuando…’ O simplemente ‘Antes’. No me gusta utilizar, escuchar, escribir la palabra Antes. No me gusta su verdadero significado… Es un pasado. Un pasado irremediable. En realidad, es mucho más que una simple circunstancial para expresar un tiempo verbal.

Había una vez….
Érase una vez…
Cuando…
Hace mucho tiempo
No.

Antes

No es un pasado. Es un FIN. La palabra Antes indica final, el fin de algo que no tiene, bajo ningún aspecto, un nuevo comienzo. Algo que esta perdido, terminó para siempre. Y siempre es ¿Mucho o poco tiempo?. Y al tener conciencia de ese fin inalterable, utilizamos la palabra Antes. ‘Antes cuando era feliz’; ‘Cuando éramos felices juntos ERAMOS, porque ya no somos. Dejo de existir.

Y, al pronunciarla sentimos un escalofrío infinito que nos recorrer la columna vertebral de arriba hacia abajo una y otra vez. De arriba hacia abajo. Sin principio; sin fin. Porque no hay un
‘Antes, cuando sentía que […] y entonces no podía evitar llorar’.

Desde arriba hacia abajo, como un recta matemáticamente perfecta, un recta carretera al mismo infierno donde habitan los recuerdos, todos los ‘Antes, cuando yo… cuando éramos… nosotros… cuando… juntos. Antes…’ Ese es el lado negativo de la palabra. Según el diccionario: Antes
: de tiempo anterior. Pero cuando las cosas están mal, cuando los sueños llegaron demasiado lejos y se convirtieron en pequeños pedazos de vidrios cortantes, que se nos clavan en cada milímetro del cuerpo, hasta llegar a pincharnos el alma; ahí, el Antes es un después sin continuación. Es un… un FIN. Es algo que ya no esta, algo que se fue, que antes tuvimos y ahora no existe. Algo que fue, pero ya no es. Por ende, no será jamás.

Y entonces, en el mismo segundo en el que pronunciamos una palabra que indica un adiós a aquello que fue, y seguimos contando la historia, a pesar de la punzada que sentimos profundísimamente en el pecho al comenzar a narrar, nuestros corazones pierden su color, como las verdes hojas de los árboles que en verano eran de un tono verde sin muerte, y ahora son amarillas, arrugadas y marrón tristeza, porque el marrón es un color que huele, se oye y se ve triste.
El corazón se marchita como un pétalo de rosa; pasa a ser de color rojo desteñido, y todos los sentimientos que hubo en él, los que forman parte del Antes, se desprenden y caen gritando sin rumbo fijo en el eterno vacío emocional del cuerpo. Las ilusiones que alguna vez tuvimos van a internarse a un lugar gris y sin luz, para quedar allí hasta el fin de los días. Porque ese espacio pequeño, insignificante, esa parte del cuerpo que no sabemos que teníamos hasta que sentimos un dolor tan fuerte y pesado que nos hace pensar que las 4 paredes blancas que hay a nuestro alrededor pierden su forma y nos compactan hasta reducirnos a una línea recta, como una carretera sin curvas con destino a... ustedes saben hacia donde..., ese lugar oscuro y sin vida está tan lejos, como lo esta el recuerdo del suspiro con el cual comenzamos la vida… Y ese lugar es gris, gris opaco, porque el gris es el pigmento que le da color a la soledad.

¡La realidad entera, nuestra propia vida esta en llamas! Y nada, nada puede mejorarla. Todo se consumió en ese lugar en el que aguarda la inexistencia. Un lugar rodeado del peor error que puede cometerse y construido con él y sobre él, y para que ese error demencial reine. Ese error, es el silencio. Porque el silencio es más gris que cualquier otra cosa, porque está más marchito que la primera flor del mundo, porque está más muerto que una sucia taza de café. Porque no existe, y entonces vive allí, entre la inexistencia de las cosas, en el rincón de lo perdido, un rincón que esta más allá de todo el olvido del que la humanidad es capaz... Ahí, ya no hay grises. Todo es negro

A medida que seguimos escupiendo los recuerdos con palabras que no alcanzan a describir aquello que ya no tenemos y que son palabras que no deberíamos pronunciar porque no tienen la fuerza necesaria para que quienes nos escuchan logren comprender todo lo que paso y la nada que ahora poseemos dentro y a nuestro alrededor, nuestra mente se perturba, cientos de pensamientos envenenados de tristeza giran hacia un lado y otras cientos más que ya están muertos corren en dirección contraria, hasta colapsar unos con otros, y hacernos ver que al pronunciar Antes, tomamos conciencia de que todo se ha reducido a algo más insignificante que la nada misma, y a la vez más enorme que el abismo que la nada misma es. Todo se reduce a algo perdido, perdido para siempre y hasta nunca. Y entonces es preciso respirar hondo y morir; comenzar de nuevo desde ese punto en el que estábamos perdidos.

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